Cuando le pedí a Marta Mori que escribiera un texto en asturiano para un «añada» (nana en asturiano) ella me comentó que buscaría en su interior una conexión para escribir el texto, pero que seguramente hablaría de dos niños. De ello resultó un texto precioso que cuenta la historia de unos niños a los que les llega la hora de acostarse y siguen con sus juegos. Finalmente, como en todo final feliz de nana, acaban durmiéndose con el canto de su madre.

Ponerle música a un texto significa hacerlo en el contexto y la intención; requiere un respeto previo hacia lo que se quiere contar y que la música se ponga al servicio de la finalidad: conseguir que esos niños duerman plácidos y felices (Para Alex y Ana, por supuesto)