Con la Noche Transfigurada de Arnold Shoenberg se produjo una situación bastante común a lo largo de la historia de la música cuando un compositor estrena una obra: el rechazo o denostación de la misma.
“…suena como si alguien hubiera embadurnado la partitura de Tristán mientras todavía estaba fresca” (comentario de la época)
“…es evidente que no existe nada que se parezca a la inversión de un acorde de novena, por tanto, no hay nada que se parezca a la ejecución del mismo. En realidad, uno no puede interpretar lo que no existe” (Arnold Schoenberg)
Después de su análisis, me quedo con la sensación de una maravillosa obra muy bien estructurada y desarrollada. Como sucede con las obras de los grandes, una pequeña idea que crece y se transforma de manera magistral, yendo y viniendo de otros lugares, sin perder nunca su dirección.
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