El análisis del Amor Brujo es la primera propuesta que Maximino Zumalave nos plantea en el contexto de Sinfonismo y Música Actual dentro de la 58ª edición de Música en Compostela.
Es la primera vez que analizo a Falla y confieso que hubo un antes y un después en mi impresión sobre el músico.
Esto me hizo recapacitar sobre lo importante de pasar de la escucha al análisis.
No conoces a un compositor cuando has escuchado su obra, lo conoces cuando la has «escrutado».
Siempre me hago la misma pregunta cuando termino el análisis de una obra: ¿realmente lo pensó y organizó todo de esa precisa manera o hay cuestiones «casuales» que están instaladas en el subconsciente del compositor?
Al final, siempre me respondo que está todo pensado y organizado. Creo que, en ocasiones, la opción del subconsciente «tranquiliza». En mi opinión esto está relacionado con esa visión romántica del compositor al que la música le surge en la cabeza, como si alguien divino se la estuviera dictando. Visión alimentada durante años por la literatura y la crítica y que, verdaderamente, no hace ningún bien.
Después de charlas con compositores experimentados y de mi propia experiencia con mis trabajos y los que otros han realizado, he llegado a la conclusión de que las buenas obras están muy pensadas y trabajadas. Quizá esta opción sea menos poética pero, sin duda, es más realista.
Y esto es una de las cosas que me enseñó Falla con su obra: que todo tiene un por qué y que detrás de ese interrogante hay una gran cantidad de trabajo y de conocimientos de todo tipo puestos al servicio de aquello que se está gestando en ese momento.
Finalmente todo casa de forma «mágica», pareciendo que es lo lógico y que ninguna otra cosa podría haber sido.